Es una de las cadenas montañosas más bonitas y desconocidas de Marruecos ejerciendo una atracción especial sobre todo aquel que lo recorre con nosotros, y no tiene nada que ver con las enormes montañas del Atlas que atraviesan el país.
El Jbel Sirowa, con sus 3.304 m. es el pico más alto del Anti Atlas y en invierno está cubierto de nieve.
Sus amplias mesetas desoladas y pedregosas, surcadas por profundos cañones que esconden palmerales y oasis de verdor que se antojan imposibles en medio de tanta desolación.
Sus montañas desnudas tatuadas de estratos que muestran su historia geológica,

Las empinadas crestas del imponente macizo granítico del Jbel Lekst y los valles a sus pies,
los grabados rupestres neolíticos de los primeros moradores
los pueblos en sus montañas y valles
Y, sobre todo, los agadires o igherm, verdaderas fortalezas que se encuentran repartidas por toda la cordillera, hacen que sea una zona maravillosa para viajar y totalmente desconocida por el turismo.
El Anti Atlas occidental concentra el mayor número de graneros de todo el país, su mayor tesoro. El difícil acceso a la zona y las malas comunicaciones los ha preservado de la acción destructora del turismo aunque muchos se van perdiendo por la falta de mantenimiento y en algunos casos por la falta de uso.
Este es uno de los recorridos altamente recomendado por nuestra organización puesto que nos permite ver no solo unas construcciones únicas e interesantes desde el punto de vista arquitectónico sino entrar en contacto con una forma de vida ancestral, preservada desde hace siglos de la europeización galopante, y cuyas costumbres y leyes han quedado plasmadas en la piedra y el adobe de sus edificaciones.
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