Cuando hablamos del Sáhara, no nos estamos refiriendo a la pequeña franja desértica del sur de Marruecos que hace frontera con Argelia, sino a la extensa zona de lo que fue el Sáhara español y que linda al oeste con el océano Atlántico y al este y sur con Argelia y Mauritania.
Aunque realmente comienza en Tah, podemos considerar que desde Goulmín hacia el sur ya estamos en el gran Sáhara. La capital de toda la región es el Ayún.
Los habitantes originarios son los saharauis con una forma de vida y costumbres muy diferente de la marroquí pese a ser bereberes. Habitaban el interior del Sáhara llegando hasta el actual Níger.
La belleza de su costa agreste es innegable, playas interminables y solitarias, acantilados que se yerguen sobre el océano
y barcos naufragados en sus playas.
Sus fuertes vientos y las grandes corrientes son los causantes de que incluso en la actualidad, modernos barcos sigan embarrancando en su litoral.
Pero lo más bonito es su interior, el desierto en estado puro pues se pueden recorrer más de mil kms por antiguas pistas sin encontrar ningún tipo de población.
El internarse por estos dominios del viento, que siempre sopla, obliga a tener un conocimiento del lugar realmente grande y Atar Experience es la única empresa capaz de hacerlo.
Grandes hamadas, lagos secos impresionantes, pequeñas elevaciones en forma de mesetas o picudas y, cómo no, extensos mares de dunas, conforman el paisaje que te rodea cuando te internas por estos parajes fabulosos.
Por supuesto, las travesías implican algunas noches de acampadas que conllevan unos ocasos y salidas del sol realmente hermosas,
hasta llegar a Smara o Dakhla (antiguo Villacisneros español) y que debido al aumento del turismo deportivo por el skysurf, ha hecho desarrollar la infraestructura hotelera de la zona.