¿Qué son los graneros?
Desde tiempos inmemoriales y como consecuencia de la hidrografía, del clima y también de las guerras y luchas entre tribus, los bereberes del Norte de África se han visto obligados a guardar sus provisiones alimenticias en graneros que construían y cuidaban entre toda la comunidad. Estos graneros, conocidos localmente como «agadirs» en la región del Anti-Atlas en Marruecos, son una parte fundamental de la vida y la cultura bereber.
Aunque la denominación aplicada a estos edificios por la literatura europea ha sido la de “granero colectivo” o “comunitario”, no se trata de una puesta en común de las cosechas y otros bienes, como podría dar a entender el término utilizado, sino más bien de una agrupación de compartimentos o almacenes individuales guardada colectivamente. Cada uno de los compartimentos ha sido construido por una familia y ésta retiene la propiedad y se ocupa de la conservación, aportando a la comunidad su parte proporcional para el mantenimiento de los equipamientos comunitarios.Desde tiempos inmemoriales y como consecuencia de la hidrografía, del clima y también de las guerras y luchas entre tribus, los bereberes del Norte de África se han visto obligados a guardar sus provisiones alimenticias en graneros que construían y cuidaban entre toda la comunidad. Estos graneros, conocidos localmente como «agadirs» en la región del Anti-Atlas en Marruecos, son una parte fundamental de la vida y la cultura bereber.
Los graneros son estructuras fortificadas, a menudo situadas en lugares de difícil acceso, como cumbres de montañas o colinas, para proteger las provisiones contra saqueadores y enemigos. La arquitectura de estos graneros es ingeniosa, utilizando materiales locales como piedra y madera, y a veces incluso adobe, para construir muros robustos y techos resistentes. Las entradas están diseñadas para ser fácilmente defendibles, con puertas gruesas y sólidas, y en ocasiones, sistemas de defensa adicionales como trampas y barreras.
Además del guarda, escogido por los propietarios y al que aseguran la subsistencia, a veces montan guardia ellos mismos día y noche por turnos. Estos guardias no solo protegen los alimentos almacenados, sino también otros bienes valiosos como herramientas agrícolas, armas, y en algunos casos, incluso documentos importantes. La responsabilidad de la vigilancia se comparte entre las familias, y la participación en estas tareas refuerza los lazos comunitarios y el sentido de solidaridad entre los miembros de la comunidad.
Dentro de los graneros, cada compartimento o almacén es una unidad autónoma. Las familias almacenan sus provisiones de forma independiente, utilizando técnicas tradicionales para asegurar que los alimentos se mantengan en buen estado durante largos períodos. Esto puede incluir la conservación de granos, frutos secos, y legumbres en vasijas de cerámica o bolsas de cuero, protegidas de la humedad y las plagas. La compartimentación también permite a las familias gestionar sus reservas según sus necesidades específicas, asegurando que tengan suficiente alimento para pasar las estaciones difíciles o los años de malas cosechas.
El mantenimiento de estos graneros es una responsabilidad compartida. Las reparaciones de las estructuras, la limpieza de los alrededores, y la mejora de las defensas son tareas que se realizan colectivamente, con cada familia aportando mano de obra y recursos según sus posibilidades. Este sistema no solo garantiza la integridad física de los graneros, sino que también fomenta una cultura de cooperación y mutualismo entre los bereberes.
En resumen, los graneros colectivos bereberes son mucho más que simples almacenes de alimentos. Representan una forma de vida que combina la autosuficiencia con la colaboración comunitaria, y reflejan la ingeniosidad y la resiliencia de las comunidades bereberes en un entorno históricamente desafiante. La construcción y el uso de estos graneros ilustran cómo las necesidades de seguridad y sustento han dado forma a la arquitectura y la organización social de las sociedades tradicionales del Norte de África.
¿De dónde vienen?
Aunque se sabe que estos graneros existieron en todo el territorio norteafricano habitado antiguamente por los bereberes, en la actualidad solo se encuentran en comunidades de habla bereber que han mantenido sus tradiciones a pesar de la arabización de los países donde residen. Estas condiciones se dan principalmente en zonas aisladas y montañosas: el Djebel Nefusa en Libia, la región de Tataouine en el sur de Túnez, las montañas del Aurés en Argelia, y el Gran Atlas y Anti-Atlas en Marruecos. De todos estos lugares, Marruecos es donde se preservan más numerosos y diversos ejemplos, y donde la institución de los graneros ha alcanzado un mayor desarrollo o al menos se ha mantenido mejor.
El origen de estos graneros es incierto. Robert Montagne (1929) sugiere que surgieron entre los pastores trashumantes o seminómadas, quienes, al pasar largas temporadas lejos de sus provisiones, necesitaban un lugar seguro para almacenarlas, defendido por un solo guardián. Según esta teoría, los primeros graneros, utilizados antes de la llegada del islam, habrían sido cuevas acondicionadas o excavadas en los acantilados, de las cuales aún se conservan ejemplos significativos, como el Ighrem n’Ouchtine en el valle del Assif Melloul y los de Aoujgal en la vertiente norte del Gran Atlas central. Estos graneros son accesibles desde el fondo del valle mediante rutas empinadas y pasarelas construidas con troncos de sabina incrustados en la roca. Otro granero de este tipo es el Tizgui n’Aït Oubial en el Jebel Siroua, que según la tradición oral data del siglo XIII, mientras que el Meherz en el Anti-Atlas occidental es otro ejemplo notable, situado en un entorno extremadamente árido.
La investigación arqueológica realizada en Tazlaft en 2000/2001 por el CERKAS y el gobierno de Valonia (Bélgica) parece confirmar la teoría de Montagne. Cerca de este poblado hay restos de un primer granero de barranco de principios de la era cristiana, ruinas de un segundo silo en la cumbre del siglo XII y un tercer granero en el valle del siglo XVI. Sin embargo, no se puede generalizar sin pruebas sobre las demás regiones.
En Túnez, estudios han relacionado la aparición de graneros fortificados en escarpadas peñas con la llegada de las tribus nómadas Beni Hilal a mediados del siglo XI, lo que supuso una amenaza para las comunidades sedentarias. A partir de entonces, la situación y el carácter defensivo de los graneros se habrían moderado a medida que disminuía la inseguridad y evolucionaban las técnicas defensivas.
Esta teoría también podría aplicarse a Marruecos, donde los beduinos empezaron a establecerse a partir del siglo XIII. Esto coincide con la única datación segura, realizada con carbono-14 en los restos del granero de Ajarif, considerado uno de los más antiguos del Anti-Atlas occidental y cuyo código fue escrito en 1344. El análisis indicó que su construcción probablemente data de 1255, con un margen de error de cuarenta y ocho años. Otros graneros de cumbre o cresta que podrían datar de este periodo son los dos de Amtoudi (Aguelloui e Id Aissa), y el de Targa Oukhdair, del cual hoy solo quedan ruinas. Todos ellos se encuentran en la vertiente sur del Anti-Atlas occidental y podrían haber sido baluartes de la población bereber sedentaria frente a la invasión de los beduinos Beni Maâquil del desierto.
Existen datos que contradicen esta teoría, sugiriendo una mayor antigüedad para estos graneros. Deodoro de Sicilia mencionaba en el siglo I a.C. «torres donde los jefes líbicos guardan la parte del botín en reserva». Además, un testimonio recogido por Naji (2006) indica haber visto un documento antiguo, hoy desaparecido, que databa el granero de Aguelloui (Anti-Atlas occidental) en 1014, anterior a la llegada de las tribus árabes. La tradición oral anotada por Landau (1969) atribuye a la época edrisí una mezquita en lo alto de la peña de Aguerd Oudad (Anti-Atlas occidental), que formaba parte de un conjunto de silos. Aunque no se han encontrado restos del oratorio, quedan muchos restos visibles de los silos. Sin embargo, la validez de las dataciones por tradición oral es discutible.
Está claro que los graneros situados en las faldas de las montañas son posteriores a los de cumbres, datando de los siglos XVI y XVII, cuando las armas de fuego empezaron a permitir su defensa. Los graneros en las llanuras son aún más tardíos. La fecha exacta de construcción de algunos se conoce gracias a los códigos escritos encontrados. El más antiguo es el ya mencionado de Ajarif. No hay ningún otro código hasta el siglo XVI, posiblemente debido a la falta de personas capacitadas para redactar los reglamentos. El código de Ikounka (Anti-Atlas occidental) es de 1686 y el de Ighrem (Anti-Atlas central) de 1745. Finalmente, los graneros con inscripciones grabadas en sus puertas son del siglo XVIII o XIX, probablemente sustituyendo a otros más antiguos destruidos por tribus enemigas o por el tiempo. Ejemplos son Dou Ozrou y Talmoudate (Anti-Atlas central) de 1774, Agadir Anzerg (Anti-Atlas occidental) de 1794, Anamer (Anti-Atlas central) de 1829, Agadir n’Aït Mellal (Anti-Atlas central) de 1869 y Agadir Talilite (Anti-Atlas Occidental) de 1871. En el Gran Atlas no se han encontrado dataciones escritas, posiblemente debido a la escasez de letrados hasta fechas recientes. El estudio de tradiciones orales, arquitectura y técnicas constructivas sugiere que la mayoría no son anteriores al siglo XVII, excepto los situados en cavidades de barrancos según la teoría de Montagne. Entre los más recientes está el Ighrem n’Toudda Ou Said, construido hacia 1910 por una fracción de los Aït Sokhmane según Naji (2006).
Sus códigos y leyes
En el Anti-Atlas y Siroua, la mayoría de los graneros funcionan según un acta de fundación conocida como «luh» o «tabla,» la cual detalla las normas de funcionamiento. Estas reglas están escritas en tablillas de madera y, además de ser memorizadas, son interpretadas en caso de conflicto por el consejo rector. Aunque las comunidades usuarias de estos graneros hablan bereber, las actas están escritas en árabe, lo que implica que muchos de los interesados no pueden leer ni comprender el reglamento escrito.
Estos reglamentos, considerados monumentos históricos de la jurisprudencia consuetudinaria bereber, establecen los derechos y deberes de los copropietarios. Incluyen detalles sobre la fundación del granero, el título de propiedad, las tareas de mantenimiento, el uso de instrumentos de medida, la venta y el aprovisionamiento de productos, los préstamos sobre cosechas, los turnos de vigilancia y las sanciones por malas acciones dentro del recinto. También regulan las relaciones sociales entre los usuarios y las ampliaciones del granero. Por ejemplo, el préstamo «rahan» se realiza mediante el empeño de un terreno cultivable o un objeto de valor, y las transacciones comerciales dentro del granero están protegidas. Una ley del granero de Ikounka multa a quien cite a otro para una operación comercial y no acuda a la cita. Otra prohíbe guardar nueces de argán debido a que producen gusanos, y una más obliga al dueño de una cámara superior a reparar las goteras para evitar perjuicios a sus vecinos de abajo.
La acta más antigua y prestigiosa es la de Ajarif, datada en 1344. A pesar de que los graneros eran independientes, los de la vertiente norte del Anti-Atlas occidental seguían un modelo constructivo único y tenían una carta común que establecía una jerarquía judicial, con Ajarif como el tribunal supremo. En otras regiones no había unidad de códigos ni arquitectónica.
El luh de Ajarif establece que los síndicos, en número de seis, son elegidos por un año. Los asociados, es decir, los cabezas de familia que poseen un compartimento, deben vigilar por turnos, pagar una contribución para remunerar al guardián y cubrir los gastos generales, participar en las obras de conservación del conjunto y mantener su propia cámara en buen estado. La comunidad es responsable de los hurtos cometidos dentro del espacio común si no se identifica al ladrón y debe indemnizar a la víctima. Además del hurto, están prohibidas todas las agresiones, incluidos los insultos, las acusaciones sin pruebas y los actos indecentes, penalizándose con multas cuyo producto se distribuye entre los síndicos y la víctima.
La mayoría de los códigos del Anti-Atlas se escribieron a partir del siglo XVI, posiblemente influenciados por los Saadíes y la Zaouïa de Tazeroualt. El luh de Tigfert, fechado en 1532, menciona al monarca saadí Mohamed Ech Cheikh y establece normas de comportamiento en el granero «como antes de existir el gobierno actual.» El luh de Ikounka, de 1686, contiene la frase «el sultán ha establecido a los Ilalen el luh de sus almacenes,» lo cual podría referirse al shij de Tazeroualt, quien se proclamó «rey» en 1611, ya que los Ilalen nunca reconocieron la autoridad del sultán de Fez o Marrakech.
Estos luh no se oponen a la sharia, aunque no la siguen estrictamente. En 1886, durante su expedición, Moulay Hassan revisó las actas de las tribus sometidas para asegurarse de que no contravenían el islam y las devolvió con pocas modificaciones. Históricamente, hubo pueblos que tenían un granero con su luh y un cadí para la justicia civil, sin que este último interviniera en las transacciones realizadas dentro del granero basándose en las leyes consuetudinarias.