Los nómadas del desierto y el mito en Marruecos

Los nómadas del desierto y el mito en Marruecos

Los nómadas del desierto y el mito en Marruecos

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Cuando se piensa en el desierto, en sus inmensas dunas y su horizonte infinito, es fácil imaginar la figura de un hombre envuelto en un turbante azul, montando un camello con una elegancia innata. Esa imagen icónica pertenece a los tuaregs, un pueblo legendario que ha surcado los arenales del Sahara durante siglos. Sin embargo, hay una gran confusión sobre su presencia en Marruecos, alimentada en parte por la imagen exotizada del desierto que se vende en las zonas turísticas del sur del país.

Los tuaregs son un grupo bereber nómada que habita en el Sahara central, principalmente en países como Malí, Níger, Argelia, Libia y Burkina Faso. Durante siglos, han sido los grandes navegantes del desierto, guiando caravanas de sal, oro y otros bienes a través de las rutas comerciales transaharianas. Su cultura es rica y compleja, con una lengua propia, el tamasheq, y una escritura ancestral, el tifinagh, que todavía utilizan.

Se les conoce como «los hombres azules» por el tinte índigo de sus turbantes y velos, que no solo les protege del sol abrasador, sino que actúa como una barrera natural para su piel, de la misma manera en que nosotros utilizamos crema protectora. Este tinte azul se impregna en su piel durante el día, pero por la noche siempre se limpian para eliminar el exceso de color. Yo mismo he utilizado este pigmento cuando he estado con ellos, comprobando de primera mano su eficacia para protegerse de la radiación del sol en las vastas extensiones del desierto.

La vida cotidiana de los tuaregs en el desierto estaba marcada por la supervivencia y la movilidad. Tradicionalmente, se dedicaban al pastoreo de cabras y camellos, moviéndose en busca de agua y pastos para sus animales. Los hombres eran responsables de las largas travesías, el comercio y la protección de la tribu, mientras que las mujeres se ocupaban de la gestión de los campamentos, la crianza de los hijos y la fabricación de objetos artesanales como alfombras y joyas de plata.

El día comenzaba con el amanecer, momento en el que se revisaba el estado del ganado y se preparaban para las tareas diarias. Durante las horas de mayor calor, descansaban en la sombra de sus khaimas (tiendas de piel o tela). Al atardecer, cuando la temperatura bajaba, retomaban sus actividades, ya fuera desplazándose a otro punto del desierto o realizando reuniones sociales y rituales.

El té era una parte fundamental de su rutina. Se preparaba siguiendo un ritual preciso, con tres infusiones consecutivas, cada una con un significado simbólico: la primera fuerte como la vida, la segunda dulce como el amor y la tercera suave como la muerte.

La sociedad tuareg es jerárquica y tribal. Se organizaban en confederaciones y clanes, liderados por un jefe o amenokal, quien tomaba decisiones estratégicas para la comunidad. La transmisión del conocimiento y la historia oral recaía en los ancianos, mientras que los guerreros (imohag) protegían a la tribu.

La ley tuareg estaba basada en el asshak, un código de honor no escrito que regulaba la vida cotidiana y la resolución de conflictos. El respeto, la hospitalidad y la lealtad eran pilares fundamentales de este sistema. Cuando surgían disputas, se resolvían a través de la mediación de los ancianos o líderes tribales, evitando en lo posible la violencia.

En cuanto a la religión, los tuaregs practican una forma particular de islam que ha conservado muchas de sus antiguas tradiciones preislámicas. Su visión del islam es más flexible y tolerante que en otras sociedades musulmanas. Por ejemplo, a diferencia de otras comunidades islámicas, las mujeres no están obligadas a cubrirse y tienen un papel destacado en la sociedad.

El matrimonio en la sociedad tuareg solía ser endogámico, es decir, dentro de la propia tribu o clan. Las mujeres tuareg gozaban de una gran autonomía en comparación con otras sociedades musulmanas. Tenían el derecho de elegir a sus esposos y de divorciarse sin que esto fuera mal visto. De hecho, en muchas ocasiones, las mujeres divorciadas volvían a casarse sin que esto afectara su estatus social.

Las celebraciones de boda eran eventos importantes en la comunidad, donde la poesía, la música y la danza tenían un papel central. Durante estas festividades, se recitaban versos improvisados que alababan la belleza, el coraje y la historia de los contrayentes. También se intercambiaban regalos simbólicos y se compartían grandes festines con carne de camello o cabra, acompañada de sémola de mijo y té. En la estructura familiar, los niños eran educados en el seno de la comunidad, aprendiendo desde pequeños el valor del respeto, la hospitalidad y la supervivencia en el desierto. Las madres tenían un papel clave en la transmisión de la cultura, enseñando a sus hijos a leer y escribir en tifinagh y contándoles historias sobre sus antepasados.

Los tuaregs han dependido durante siglos de la medicina tradicional basada en plantas y remedios naturales del desierto. Utilizan hierbas como la harmal para tratar dolencias estomacales y resinas como el incienso para curar infecciones. También emplean ungüentos hechos con grasa animal y cenizas para tratar heridas y enfermedades cutáneas.

Las mujeres tuareg suelen ser las principales sanadoras dentro de la comunidad, transmitiendo de generación en generación el conocimiento sobre remedios naturales y técnicas de curación. Además, los marabouts (guías espirituales) desempeñan un papel importante en la sanación, realizando rituales y preparando amuletos protectores para mantener la salud y alejar los malos espíritus.

La espiritualidad es un elemento clave en la medicina tuareg, combinando la sabiduría ancestral con la fe islámica en sus prácticas curativas. A pesar de la influencia moderna y del acceso a la medicina convencional en algunos lugares, muchos tuaregs siguen confiando en sus métodos tradicionales de curación, que han demostrado ser eficaces en su entorno extremo.

Los tuaregs son un pueblo nómada y, por ello, su vivienda tradicional es la khaima, una tienda de campaña fabricada con piel de cabra o lana de oveja. Este tipo de alojamiento es ligero, desmontable y fácil de transportar, lo que permite a los tuaregs moverse en busca de pastos y agua para sus rebaños.

La khaima está diseñada para resistir las duras condiciones del desierto. Su estructura permite la ventilación durante el día y protege del frío durante la noche. En su interior, los espacios están organizados de manera funcional: hay una zona para dormir, otra para la cocina y un espacio común donde se recibe a los visitantes.

En los últimos tiempos, debido a la sedentarización de algunas comunidades, algunos tuaregs han comenzado a construir viviendas de adobe en ciertas regiones, especialmente cerca de oasis y pueblos con acceso a mercados. Sin embargo, la khaima sigue siendo el símbolo de su cultura y un elemento esencial en sus desplazamientos.

Durante siglos, los tuaregs practicaron un sistema de esclavitud que formaba parte de su estructura social y económica. Los esclavos, conocidos como iklan, eran en su mayoría capturados en incursiones contra poblaciones subsaharianas o adquiridos a través del comercio transahariano de esclavos. Estos esclavos desempeñaban funciones esenciales en la vida cotidiana de los tuaregs, trabajando en el pastoreo, la recolección de agua y la construcción de campamentos.

A diferencia de otros sistemas esclavistas, en la sociedad tuareg los iklan no solían ser tratados con extrema crueldad ni vendidos en grandes mercados. Eran considerados una parte subordinada de la comunidad, muchas veces integrados en las familias y adoptando la lengua y las costumbres de sus amos. Sin embargo, su condición de esclavos los mantenía en un estatus social bajo y sin derechos de propiedad o autonomía personal.

Con la abolición de la esclavitud en muchos países del Sahel durante el siglo XX, la situación de los iklan cambió, pero no desapareció por completo. En algunas regiones de Malí y Níger, se han documentado casos de esclavitud moderna, donde descendientes de esclavos aún viven en condiciones de servidumbre y dependen de las familias tuareg para su sustento. Aunque los gobiernos han tratado de erradicar esta práctica, las estructuras sociales tradicionales siguen perpetuando, en algunos casos, la subordinación de los antiguos esclavos.

Hoy en día, muchos descendientes de iklan han logrado liberarse de este sistema y han formado sus propias comunidades, aunque siguen enfrentándose a discriminación y a la falta de acceso a recursos y educación. Es un tema complejo y delicado, que refleja la historia de dominación y desigualdad que ha existido en la región durante siglos.

El camello es el medio de transporte esencial de los tuaregs, especialmente la raza mehari, criada por su resistencia y velocidad en largas travesías por el desierto. Sin embargo, hay una gran diferencia entre las sillas de montar utilizadas por los tuaregs y las que se usan en Marruecos.

Los tuaregs emplean una silla de montar elevada, conocida como tadout, que se encuentra colocada en la parte delantera de la joroba del camello. Esta estructura de madera, cubierta con cuero y decoraciones tradicionales, permite un mayor control sobre el animal y facilita una postura más erguida. La tadout es especialmente útil para largas distancias, ya que reduce el impacto del trote del camello y minimiza la fatiga del jinete.

En cambio, en Marruecos, las sillas de montar para camellos son más simples y rudimentarias. Normalmente, se coloca una manta gruesa o un cojín directamente sobre la joroba del animal, lo que hace que el viaje sea menos estable y más incómodo en trayectos largos. Esto es evidente en los paseos en camello organizados en las zonas turísticas de Marruecos, donde los viajeros suelen notar la incomodidad de este tipo de montura.

Uno de los símbolos más distintivos de los tuaregs son las famosas cruces tuareg, conocidas como tanfouk o croix du sud. Estas cruces no solo tienen un significado cultural y espiritual, sino que también eran utilizadas como herramientas de orientación en el desierto.

Cada región tuareg tenía su propia versión de la cruz, con variaciones en el diseño según la tribu. Sin embargo, todas compartían un propósito funcional: servían como un mapa simbólico del cielo nocturno, ayudando a los nómadas a orientarse en las vastas extensiones del Sahara. Los tuaregs, expertos en astronomía, usaban las estrellas para guiarse en sus largas travesías, y la cruz representaba los cuatro puntos cardinales y la posición de ciertas constelaciones clave para la navegación.

Además de su función práctica, las cruces tuareg se transmitían de generación en generación como amuletos de protección y símbolos de identidad. Se cree que llevaban consigo la bendición de los antepasados y garantizaban seguridad en los viajes. A día de hoy, estas cruces siguen siendo elaboradas por artesanos tuareg y se han convertido en un emblema de su cultura, aunque su uso original haya sido reemplazado por métodos de orientación más modernos.

Pese a lo que algunos puedan creer o incluso vender en los circuitos turísticos, en Marruecos nunca ha habido poblaciones tuaregs. Su territorio histórico se encuentra mucho más al sur, en las vastas extensiones del Sahara central. Sin embargo, en ciudades como Merzouga o Zagora, muchos guías falsos se visten con la indumentaria típica de los tuaregs, adoptando nombres tuaregs y vendiendo la idea de que forman parte de este legendario pueblo.

Es común ver a hombres vestidos con largas túnicas azules y turbantes intentando hacer creer a los turistas que forman parte de la noble cultura tuareg, cuando en realidad son bereberes marroquíes que han adoptado esta apariencia porque vende bien en el mercado turístico. Se aprovechan del desconocimiento de los viajeros y de la fascinación que generan los tuaregs para atraer clientes a sus tours. Muchos turistas, sin saberlo, pagan por una experiencia que en realidad es una farsa.

En los mercados turísticos y campamentos para turistas, los falsos «tuaregs» organizan espectáculos con bailes y cánticos, diseñados para impresionar a los visitantes, pero que nada tienen que ver con la verdadera cultura tuareg. La realidad es que los verdaderos tuaregs no organizan shows para turistas ni se presentan como atracciones exóticas. Su forma de vida es mucho más reservada y basada en la supervivencia en el desierto, la crianza de ganado y el comercio de larga distancia.

Para quienes desean conocer la auténtica cultura del desierto, es importante informarse bien y no dejarse engañar por experiencias prefabricadas. Marruecos tiene su propia riqueza cultural, con tradiciones bereberes auténticas y un modo de vida que merece ser explorado tal como es, sin necesidad de falsas representaciones.

Si lo que buscas es conocer el Marruecos real, sin disfraces ni farsas, es importante saber diferenciar entre la autenticidad y lo que ha sido fabricado para atraer turistas. Marruecos tiene una cultura fascinante y diversa por sí misma, sin necesidad de falsificaciones. Los bereberes del desierto tienen su propia historia, sus propias tradiciones y su manera única de vivir en armonía con el entorno. No hace falta disfrazarlos de tuaregs para que resulten interesantes.

Cuando viajas con Atar Experience, te llevamos a descubrir la verdadera esencia de Marruecos, sin artificios. Te alejamos de los espectáculos montados para turistas y te llevamos a vivir experiencias genuinas, donde la cultura se siente, se comparte y se respeta.

Porque viajar es descubrir, no dejarse engañar.

Bibliografía recomendada

  • Nicolaisen, Johannes & Nicolaisen, Ida. The Pastoral Tuareg: Ecology, Culture, and Society. Thames and Hudson, 1997.
  • Keenan, Jeremy. The Tuareg: People of Ahaggar. British Museum Press, 2004.
  • Claudot-Hawad, Hélène. Touaregs: Portrait en Fragments. Éditions Parenthèses, 2002.
  • Bernus, Edmond. Les Touaregs: Pays, Gens, Traditions. Karthala, 1981.
  • Vázquez-Figueroa, Alberto. Tuareg. Plaza & Janés, 1980.
  • Vázquez-Figueroa, Alberto. Los ojos del tuareg. Plaza & Janés, 2000.
  • Sáhara: La última frontera. Ediciones Lunwerg, 2002. (Libro de fotografías con información sobre los tuaregs).

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