¡Bienvenidos a Marrakech, la vibrante ciudad roja!
Tendréis tiempo para explorar la medina y relajaros antes de nuestra cena grupal, donde degustaremos la exquisita gastronomía marroquí.
Al amanecer, partiremos hacia el Alto Atlas, visitando el puente natural de Imi n’Ifri.
Luego, cruzaremos el valle del Tassaout, con sus montañas rojas y pueblos bereberes. En Megdaz, compartiremos un cuscús en una casa local, disfrutando de su cálida hospitalidad.
Más al sur, exploraremos el oasis de Skoura, con sus antiguas kasbahs de adobe. Atravesaremos las montañas del Sarhro, con sus formaciones rocosas oscuras y cañones, hasta el legendario valle del Draa.
Seguiremos la ruta de las caravanas transaharianas hasta un pueblo tradicional, donde nos espera una comida típica.
Este viaje os conectará con la esencia de Marruecos, entre paisajes y tradiciones que se entrelazan, creando una experiencia inolvidable.
A partir de este día, el camino nos lleva al corazón del valle del Draa, siguiendo la antigua ruta de las caravanas bereberes que cruzaban el desierto. El paisaje se abre entre palmerales interminables, donde cada curva del camino descubre pueblos de adobe que han resistido el paso del tiempo.
Nos detenemos en Tamnougalt, Nasrate y Ouled Driss, lugares donde las tradiciones siguen vivas y la vida transcurre con la misma calma de hace siglos. Aquí, el tiempo parece haberse detenido y cada rincón cuenta historias de mercaderes, viajeros y familias que han habitado este valle durante generaciones.
Más adelante, las palmeras van dando paso a las primeras dunas. Llegamos a Ait Isfoul, donde la arena blanca se extiende en una media circunferencia perfecta. Desde lo alto de estas dunas, el horizonte se transforma en una paleta de colores dorados y rojizos mientras el sol se despide del día. Es un momento de quietud absoluta, donde el silencio y la inmensidad lo envuelven todo.
Al día siguiente, el palmeral queda atrás y nos adentramos en el Sáhara más profundo. Cuando la carretera se acaba, el paisaje se abre a un mundo de dunas y llanuras infinitas, un territorio que va más allá de cualquier imagen de documental. Aquí, el desierto se muestra en su forma más pura, un lugar donde la inmensidad y el silencio se funden en una experiencia difícil de describir.
Nuestra segunda noche en el desierto será en unas tradicionales haimas, situadas junto a unas dunas imponentes, las más espectaculares de Marruecos. No hay ruido, ni luces artificiales, solo el cielo estrellado y la sensación de estar en un lugar donde la naturaleza aún domina el tiempo.
Este tramo del viaje no es solo un recorrido, es una experiencia que conecta con la esencia más profunda de Marruecos y del desierto. Cada paso nos lleva más lejos de lo conocido y más cerca de la inmensidad, la calma y los secretos que solo el Sáhara puede revelar.
Durante los últimos días de nuestra aventura, nos adentraremos en el vasto desierto, bordeando las imponentes dunas del Erg Chegaga.
La inmensidad del paisaje y la serenidad del entorno te harán sentir una conexión profunda con la naturaleza.
Al avanzar, las llanuras del lago Iriki desplegarán ante tus ojos espejismos que desafían la realidad, creando una experiencia visual única.
Cruzaremos nuevamente las majestuosas montañas del Atlas, donde pintorescos pueblos de adobe se aferran a las laderas, y el histórico palacio de Telouet se erige como testigo de tiempos pasados.
Cada curva del camino ofrece vistas que capturan la esencia auténtica de Marruecos.
Al llegar a Marrakech en el penúltimo día, la vibrante energía de la ciudad te envolverá, brindándote la oportunidad de explorar sus encantos una vez más.
Finalmente, te acompañaremos al aeropuerto, llevando contigo recuerdos imborrables de esta travesía llena de descubrimientos y emociones.